A casi ocho años de
administración “progresista”:
¿Cual es el rumbo pedagógico de la administración del SIRPA?
Ya llevamos casi ocho años de administraciones
“progresistas” en el INAU, y por supuesto como corresponde, también del Sistema
de Responsabilidad Penal Adolescente, que administra y ejecuta las medidas de
privación de libertad que a la vez el sistema Judicial Penal Juvenil mandata. En
todos estos años, fuimos testigos de marchas y contramarchas del Gobierno,
representado en las diferentes administraciones en cuanto a las políticas centrales
a llevar adelante en referencia a los jóvenes privados de libertad. Incluso
podríamos retrotraernos a antes de la primera administración del Frente Amplio
cuando corrían los fines de los años ’90 donde algunos cambios comenzaban a
procesarse en el entonces SEMEJI.
Se construyó en una
primera etapa “progresista”, a partir del 2005, y se legisló a través del Nuevo
Código de la Niñez y la Adolescencia, una política educativa garantista de derechos,
que hacía un gran inca pie en lo educativo, lo pedagógico y se dejaba en un
segundo plano lo custodial.
¿Que significa esto?
Que desde esa época empezaban a tomarse medidas que cambiaban el concepto de
adolescente internado, custodiado, castigado, por el concepto de adolescente
como sujeto de derecho en proceso de maduración o construcción, y por lo tanto
sujeto de la educación también. Se hablaba de la educación en valores, en
actividades formativas, en actividades de convivencia y se hizo un esfuerzo en
ese sentido de muchos trabajadores, algunos con formación específica, otros sin
ella pero con un concepto de vida que desde lo vincular, afectivo y valores de
convivencia social incorporados en su aprendizaje vital, aportaban a través del
trabajo en equipo.
Eso llevó a una lucha
interna conceptual en el seno de los trabajadores de nuestra institución, que
no se ha terminado aún en nuestros días, a pesar de los nuevos ingresos, ni de
la cantidad de compañeros que se jubilaron, ni siquiera a pesar de que hubo destituciones
por no llevar adelante los nuevos paradigmas que la Institución pretendía, por no
tener en claro la metodología de trabajo que se pretendía implantar. Y esa
lucha interna atraviesa los centros de trabajo, los mandos medios, los
responsables políticos institucionales, y hasta nuestra herramienta sindical.
Nadie puede negar esta
realidad que se manifiesta a través de la práctica concreta, en la forma de
vincularse con los jóvenes y los propios compañeros y la lucha interna por el
predominio de una u otra linea de trabajo, que trasuntan escalas de valores,
formaciones o falta de ellas, contradicciones que a veces trasvasan las propias
concepciones ideológicas que se dicen sustentar.
Que se continúen
experiencias, o se creen nuevas que comulguen con una concepción de adolescente
privado de libertad como sujeto de derecho y por lo tanto se desarrollen
acciones en pro de su desarrollo como hombre en lo mas amplio de su acepción, no
significa que debido a circunstancias concretas de una realidad que nos marca
que en los centros de privación de libertad del SIRPA existe hacinamiento, alto
riesgo para los funcionarios que trabajan en trato directo, pésimas condiciones
de trabajo y seguridad, no esté en estos momentos predominando una concepción
custodial y represiva anteriormente abandonada por otras administraciones de un
mismo gobierno. Esta lucha interna que se da subterráneamente, que no explota
pero existe, está mellando también la unidad de los trabajadores. Porque desde
nuestro ver y entender, esas diferencias existen y se potencian según la
conveniencia oportunista de algunos operadores que bajo cualquier circunstancia
pretenden demostrar que el sistema funciona.
Bajo la presión proveniente
de los diferentes operadores políticos de la oposición, de la prensa que les es
obsecuente, y también desde la interna progresista, el tema de la seguridad
pública pasó a ser primordial en la campaña política venidera, y eso influye en
nuestra institución de forma determinante. Y es por eso que hoy, lo que hace pocos
años predominaba, pasa a ser secundario entre los dos polos de la contradicción
histórica existente desde los tiempos que el hoy INAU se construía bajo el
rótulo de Consejo del Niño: el joven internado concebido como sujeto de
derecho, o como objeto de intervención custodial o por patología social, cosificado y objeto de
custodia y control hasta el tiempo que la justicia disponga. Regresa el
fantasma de lo custodial, práctica que
llevó a tantos compañeros acusados de malos tratos a ser destituídos perdiendo
de esta forma su fuente de trabajo, y los que corrieron con mas suerte, se los
sacó del trato directo al adolescente.
Que no se tomen estas
palabras como una defensa a los maltratadores comprobados, pero como integrante
de la clase trabajadora, debemos sí por lo menos pedir coherencia a la
Institución, y no dejar que como antes, se usen a trabajadores como mata
fuegos, para que cuando sea más fuerte la presión de las Instituciones de
Derechos Humanos, nacionales e internacionales, que los propios operadores
políticos y las prensa, se corte otra vez el hilo por lo mas fino.
A la vez creemos
necesario advertir a los trabajadores que lo nuestro es y debe ser un trabajo
especializado en lo educativo. No tenemos el deber bajo ninguna circunstancia
de reprimir ni hacer abuso de la fuerza
sobre los adolescentes a cargo de la institución, ni ponernos en riesgo alguno
innecesariamente, si pretendemos en algún momento mejorar de una vez por todas
nuestras condiciones de trabajo. Para ello es que tenemos en nuestra plataforma
reivindicativa, un punto para nosotros esencial, que es la formación permanente
de los funcionarios a los efectos de optimizar nuestra tarea, siendo cada vez
mas eficaces a la hora de cumplir nuestra función educativa.
Hoy seguimos en la
lucha por dirimir esta contradicción que tanto obstruye la unidad. Nuestros
enemigos se encargan de ponernos piedras en el camino. ¿De qué forma?
Promulgando una Ley en el Parlamento, de creación del Instituto de
Responsabilidad Penal Adolescente separando al SIRPA del INAU. Tomando
compañeros con poca formación curricular, lo que genera una falsa contradicción
entre los formados y no formados, cuando la contradicción está entre el patrón,
(El Directorio de la Institución), y los trabajadores. También pauperizando el
empleo contratando trabajadores a término, lo que debilita a lo largo del tiempo a la organización sindical,
e inhibe a muchos trabajadores de unirse a la lucha por una sociedad más justa
y solidaria. También, cediendo a esa presión social que clama por seguridad,
tomando medidas reaccionarias como la de reformar el Código de la Niñez y la
Adolescencia, incrementando las penas de los llamados delitos graves, de cinco
a diez años de internación en el SIRPA, como forma de contrarrestar la
iniciativa de los sectores más derechistas de la oligarquía criolla que
presentará el plebiscito para que se implante en nuestro país la baja de la
imputabilidad a los adolescentes de 18 a 16 años. Tenemos mucho para pensar en
estos últimos tiempos. Sólo se ha trabajado sobre la urgencia y eso no está
bien. Los nuevos ingresos lo hacen en un escalafón de servicios, el “E”, y son nominados
como oficiales, no como instructores o educadores, que pertenecemos al
escalafón “D”.
Allá por la
administración de Tabaré Vázquez, Cristina Alvarez pretendía transformar a los
instructores en educadores; hoy se los transforma en “oficiales”. ¿Tendrá que
ver esto con la separación del SIRPA del INAU? Muchas interrogantes quedan en
nuestras cabezas; mientras el Sindicato discute con el Directorio del INAU la
reestructura institucional, no nos queda claro en qué lugar quedaría el SIRPA.
Todo esto sembró la
desconfianza entre los trabajadores, y se instaló una vez más entre nosotros.
Tenemos que empezar a tomar acciones que reviertan esta situación, renovando en
serio nuestra forma de actuar. La juventud que ha ingresado a la Institución
debe asumir mayor participación como única forma de ser protagonistas de la
gestión y el control de nuestro sindicato. En esta situación debemos fortalecer
las agrupaciones clasistas con independencia de clase real, porque ya estamos
en plena discusión en el Parlamento de la última rendición de cuentas del
período y nos están imponiendo la reforma del Estatuto del Funcionario Público,
y la solidaridad de clase nos obliga a participar en la lucha en contra del
mismo aunque a los organismos del ART. 220 aún no nos toque en forma
obligatoria, pero bien sabemos que nuestras autoridades estarán facultadas para
aplicar todo lo atinente a la Administración Central de todas maneras.
Jorge Pérez