miércoles, 22 de abril de 2020


Crisis, coronavirus
y nueva 
normalidad.

La pandemia del Covid 19 que lleva miles de muertos en el mundo, y que en Uruguay lleva más de una decena, vino a profundizar la crisis capitalista imperialista que se venía dando en el mundo entero.

La guerra comercial entre Estados Unidos y China, y la guerra entre Arabia Saudita y Rusia por el precio del petróleo, tuvieron consecuencias en todo el orbe, y la pandemia  del nuevo coronavirus, (de origen aún no descubierto), llevó al empeoramiento de las condiciones de los pueblos en lo que a salud y pobreza se refiere.

Entre el 13 de marzo de 2020 en que se encontraron los primeros casos de COVID 19 en nuestro país, y el 13 de febrero la estrategia del gobierno era impulsar la cuarentena (Aislamiento Social) voluntario para evitar un desastre sanitario a causa de una saturación del sistema de salud que llevara a que la pandemia se propagara por nuestro territorio, con muchas muertes como consecuencia. El miércoles de semana de turismo, (6 de abril), el poder ejecutivo anuncia un cambio de estrategia, diciendo que el lunes 13 de abril comenzaba a trabajar la industria de la construcción y que el 22 de abril habrían sus puertas más de 900 escuelas rurales. (Luego quedaron en 512 escuelas).

La crisis del petróleo hoy, que lleva a que el barril de crudo se tenga que ofrecer a precios negativos, o sea que se pague para que se lo lleven, hecho catalogado como histórico por los economistas, hace que la presión internacional también pese para el cambio de rumbo de este gobierno pro imperialista, en sus políticas de salud llevadas hasta el 13 de abril.

La presión de las cámaras empresariales, y consideramos que principalmente la de la empresa imperialista UPM2, que no quieren que la crisis sanitaria interfiera en sus negocios y les impida tener ganancias exorbitantes rápidamente, llevaron a un cambio de rumbo de 180 grados al gobierno de Lacalle Pou. Un cambio de rumbo donde se nota la improvisación en las medidas que se toman para llevar a la práctica el retorno a las actividades productivas, y también en el discurso, donde lo que antes no servía ahora son medidas excluyentes para preservar la salud de los trabajadores. (Como el uso de tapabocas).


Y… todos detrás de Momo…



Luego de algunas escaramuzas, tanto el SUNCA, (Sindicato Único de Trabajadores de la Construcción y Afines), como la FUM, (Federación Uruguaya de Magisterio), terminaron negociando el retorno a las tareas si se cumple con un protocolo sanitario que no es otra cosa que lo planteado por el Gobierno Multicolor. La muy blanda respuesta de dirigentes de la Construcción se limitó a decir que las empresas convocan a trabajar y los obreros deben ir, y que exigen condiciones sanitarias acordes a la situación. Jamás plantearon una medida de resistencia como la huelga sanitaria para defender la salud de los obreros y sus familias.

Pero detrás de estas actividades, retornan al funcionamiento normal actividades como el transporte y las ramas de actividad que nutren de insumos a la construcción, por lo que se movilizarán cerca de 150 mil personas en esos ramos solamente, y en el caso de las escuelas rurales, más de mil alumnos en edad escolar en distintos Departamentos.

Pero además, el mensaje del Presidente Lacalle Pou, y del Secretario de Presidencia Álvaro Delgado, lleva a que el mensaje sea decodificado de distintas formas entre el cuerpo social, y así vemos como grupos de personas se largan a la rambla de Montevideo los fines de semana, o se van a los balnearios (Cosa que ya hacían muchos), y otras actividades como el comercio empiezan a presionar para poder abrir sus puertas. Mañana serán las actividades recreativas y culturales y también lo podrán hacer, como ya están presionando los colegios privados porque presionados a su vez por los padres de los alumnos se ven en la necesidad de brindar clases lo más normalmente posible.

Todas estas medidas de apertura de empresas que no son imprescindibles para la salud y la alimentación del pueblo pueden disparar los índices de infectados y de muertes en nuestro país. Los resultados en países que no cuidan la cuarentena y el distanciamiento social lo están demostrando.


La Nueva Normalidad.


Ante este panorama aparece el discurso de “La nueva normalidad”, pretendiendo agiornar el de “el día después del  nuevo coronavirus”.

En  plena pandemia y luego de ella, lo que va a pasar es un nuevo ajuste de cuentas contra la clase trabajadora, una mayor explotación, con rebaja salarial y empeoramiento de las condiciones de trabajo, si no hay organización y lucha en el seno de la clase obrera y el pueblo.

No se puede hablar de nueva normalidad en las relaciones entre uruguayos, si no reconocemos a una sociedad dividida en clases, y si no vemos que de no tener una actitud protagonista por parte de la clase obrera y el pueblo trabajador, las clases dominantes, las empresas imperialistas, la oligarquía terrateniente exportadora junto al capital financiero van a venir por sus máximas ganancias y los ricos serán cada vez más ricos, y los pobres terminaremos más pobres al menos por un largo período, hasta que la conciencia haga carne en los hermanos de clase y se organice la lucha.

Los distribuidores de alimentos son un ejemplo concreto de cómo los grandes capitales concentran la actividad de una rama determinada, en este caso la alimentación, para entre pocos grandes capitales poner precios de monopolio al mayoreo, y así generar una carestía que hace que esos pocos se hagan mucho más ricos a expensas del hambre del pobrerío.

A estos especuladores no los controla el gobierno multicolor.

Las normas que rigen un contrato social dado, están determinados por las relaciones de producción. Vivimos en la época del imperialismo capitalista y las revoluciones proletarias. Un cambio en las conductas de los hombres en pequeñas cosas como puede ser el uso de tapabocas, no compartir el mate, o mantener una distancia con el otro, no significa un cambio de paradigma. Tampoco es posible asegurar que todos los individuos de una sociedad asuman un cambio de conducta de la noche a la mañana porque el gobierno lo diga o los medios de comunicación masiva lo propagandeen. Teniendo un sistema educativo que llega a las grandes masas, tampoco hace que todos los individuos asuman lo aprendido en el aula como patrones de convivencia social. La superestructura puede determinar en ciertos momentos la conducta de los individuos que componen el cuerpo social, pero el ejercicio de la libertad, otros aprendizajes, lo mamado en los grupos primarios como la familia, también son parte de la experiencia del individuo, y forman parte de los marcos referenciales que van construyendo la subjetividad y moldean diferentes patrones de conducta asumidos por los integrantes de una sociedad.

A la clase obrera y el pueblo se le plantean nuevos desafíos en tiempos de COVID 19, en tareas tan importantes como la organización de la lucha para defender sus intereses, como estructurar el encuentro con el otro y propagandear las ideas correctas para llevar adelante los cambios profundos que nuestra sociedad necesita, tomando en cuenta la defensa de la salud de todos en cada paso que vayamos dando.

                                                                                    Jorge Pérez.


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