y nueva
normalidad.
La pandemia del Covid 19 que lleva miles de muertos en
el mundo, y que en Uruguay lleva más de una decena, vino a profundizar la
crisis capitalista imperialista que se venía dando en el mundo entero.
La guerra comercial entre Estados Unidos y China, y la
guerra entre Arabia Saudita y Rusia por el precio del petróleo, tuvieron
consecuencias en todo el orbe, y la pandemia del nuevo coronavirus, (de origen aún no
descubierto), llevó al empeoramiento de las condiciones de los pueblos en lo
que a salud y pobreza se refiere.
Entre el 13 de marzo de 2020 en que se encontraron los
primeros casos de COVID 19 en nuestro país, y el 13 de febrero la estrategia
del gobierno era impulsar la cuarentena (Aislamiento Social) voluntario para
evitar un desastre sanitario a causa de una saturación del sistema de salud que
llevara a que la pandemia se propagara por nuestro territorio, con muchas
muertes como consecuencia. El miércoles de semana de turismo, (6 de abril), el
poder ejecutivo anuncia un cambio de estrategia, diciendo que el lunes 13 de
abril comenzaba a trabajar la industria de la construcción y que el 22 de abril
habrían sus puertas más de 900 escuelas rurales. (Luego quedaron en 512
escuelas).
La crisis del petróleo hoy, que lleva a que el barril
de crudo se tenga que ofrecer a precios negativos, o sea que se pague para que
se lo lleven, hecho catalogado como histórico por los economistas, hace que la
presión internacional también pese para el cambio de rumbo de este gobierno pro
imperialista, en sus políticas de salud llevadas hasta el 13 de abril.
La presión de las cámaras empresariales, y
consideramos que principalmente la de la empresa imperialista UPM2, que no
quieren que la crisis sanitaria interfiera en sus negocios y les impida tener
ganancias exorbitantes rápidamente, llevaron a un cambio de rumbo de 180 grados
al gobierno de Lacalle Pou. Un cambio de rumbo donde se nota la improvisación
en las medidas que se toman para llevar a la práctica el retorno a las actividades
productivas, y también en el discurso, donde lo que antes no servía ahora son
medidas excluyentes para preservar la salud de los trabajadores. (Como el uso
de tapabocas).
Y… todos detrás
de Momo…
Luego de algunas escaramuzas, tanto el SUNCA, (Sindicato
Único de Trabajadores de la Construcción y Afines), como la FUM, (Federación
Uruguaya de Magisterio), terminaron negociando el retorno a las tareas si se cumple
con un protocolo sanitario que no es otra cosa que lo planteado por el Gobierno
Multicolor. La muy blanda respuesta de dirigentes de la Construcción se limitó
a decir que las empresas convocan a trabajar y los obreros deben ir, y que
exigen condiciones sanitarias acordes a la situación. Jamás plantearon una
medida de resistencia como la huelga sanitaria para defender la salud de los
obreros y sus familias.
Pero detrás de estas actividades, retornan al
funcionamiento normal actividades como el transporte y las ramas de actividad
que nutren de insumos a la construcción, por lo que se movilizarán cerca de 150
mil personas en esos ramos solamente, y en el caso de las escuelas rurales, más
de mil alumnos en edad escolar en distintos Departamentos.
Pero además, el mensaje del Presidente Lacalle Pou, y
del Secretario de Presidencia Álvaro Delgado, lleva a que el mensaje sea
decodificado de distintas formas entre el cuerpo social, y así vemos como
grupos de personas se largan a la rambla de Montevideo los fines de semana, o se
van a los balnearios (Cosa que ya hacían muchos), y otras actividades como el
comercio empiezan a presionar para poder abrir sus puertas. Mañana serán las
actividades recreativas y culturales y también lo podrán hacer, como ya están
presionando los colegios privados porque presionados a su vez por los padres de
los alumnos se ven en la necesidad de brindar clases lo más normalmente
posible.
Todas estas medidas de apertura de empresas que no son
imprescindibles para la salud y la alimentación del pueblo pueden disparar los
índices de infectados y de muertes en nuestro país. Los resultados en países
que no cuidan la cuarentena y el distanciamiento social lo están demostrando.
La Nueva
Normalidad.
Ante este panorama aparece el discurso de “La nueva
normalidad”, pretendiendo agiornar el de “el día después del nuevo coronavirus”.
En plena pandemia
y luego de ella, lo que va a pasar es un nuevo ajuste de cuentas contra la
clase trabajadora, una mayor explotación, con rebaja salarial y empeoramiento
de las condiciones de trabajo, si no hay organización y lucha en el seno de la
clase obrera y el pueblo.
No se puede hablar de nueva normalidad en las
relaciones entre uruguayos, si no reconocemos a una sociedad dividida en
clases, y si no vemos que de no tener una actitud protagonista por parte de la
clase obrera y el pueblo trabajador, las clases dominantes, las empresas
imperialistas, la oligarquía terrateniente exportadora junto al capital
financiero van a venir por sus máximas ganancias y los ricos serán cada vez más
ricos, y los pobres terminaremos más pobres al menos por un largo período,
hasta que la conciencia haga carne en los hermanos de clase y se organice la
lucha.
Los distribuidores de alimentos son un ejemplo
concreto de cómo los grandes capitales concentran la actividad de una rama
determinada, en este caso la alimentación, para entre pocos grandes capitales
poner precios de monopolio al mayoreo, y así generar una carestía que hace que
esos pocos se hagan mucho más ricos a expensas del hambre del pobrerío.
A estos especuladores no los controla el gobierno
multicolor.
Las normas que rigen un contrato social dado, están
determinados por las relaciones de producción. Vivimos en la época del
imperialismo capitalista y las revoluciones proletarias. Un cambio en las
conductas de los hombres en pequeñas cosas como puede ser el uso de tapabocas, no
compartir el mate, o mantener una distancia con el otro, no significa un cambio
de paradigma. Tampoco es posible asegurar que todos los individuos de una
sociedad asuman un cambio de conducta de la noche a la mañana porque el
gobierno lo diga o los medios de comunicación masiva lo propagandeen. Teniendo
un sistema educativo que llega a las grandes masas, tampoco hace que todos los
individuos asuman lo aprendido en el aula como patrones de convivencia social.
La superestructura puede determinar en ciertos momentos la conducta de los
individuos que componen el cuerpo social, pero el ejercicio de la libertad,
otros aprendizajes, lo mamado en los grupos primarios como la familia, también
son parte de la experiencia del individuo, y forman parte de los marcos
referenciales que van construyendo la subjetividad y moldean diferentes patrones
de conducta asumidos por los integrantes de una sociedad.
A la clase obrera y el pueblo se le plantean nuevos
desafíos en tiempos de COVID 19, en tareas tan importantes como la organización
de la lucha para defender sus intereses, como estructurar el encuentro con el
otro y propagandear las ideas correctas para llevar adelante los cambios
profundos que nuestra sociedad necesita, tomando en cuenta la defensa de la
salud de todos en cada paso que vayamos dando.
Jorge Pérez.
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