La Inseguridad Ciudadana.
Causas, Consecuencias y Responsabilidades.
Escribe:
Jorge Pérez.
Nadie puede negar en estos momentos, que se está
sufriendo una sensación de inseguridad en la población debido a la difusión
permanente de hechos delictivos o de
violencia que se vienen dando en todo el país. Se presentan como sucesos
cotidianos, creando en el imaginario social una permanente desconfianza que nos
hace ver al otro como un posible agresor o enemigo, lo que deteriora la
convivencia en el entramado social y por lo tanto la calidad de vida de todos.
El joven, el pobre mal vestido, el desconocido, las motos, los trasnochados, el
que usa barba o se rapa el pelo, el distinto, el desocupado e incluso el que
demuestra algún progreso material puede despertar sospechas. Nos enrejamos,
pedimos cámaras de seguridad, policías, el ejército, dureza en las penas
judiciales, andar armados, patrullar los barrios, sin embargo el objetivo de
sentirnos bien no se consigue.
Nadie se ha puesto a pensar en las causas de esa
violencia que vivimos, y en todas las instituciones estatales y privadas que
están involucradas y tienen arte y parte en la tarea de realizar acciones que eviten la generación de
frustraciones que culminan en acciones de violencia. No pensamos en nuestros
propios actos como generadores de violencia, a veces por no tener conciencia de
lo que nuestro hacer, pensar o decir genera en el otro.
El tema de la violencia y los actos infraccionales a
la ley penal tienen una base económica y social en el sistema de producción y
distribución de la riqueza generada por los trabajadores y apropiada por las
clases dominantes. Esta es una dimensión política del problema, que nos
sentimos en el derecho de mencionar ya que quienes propagandean la falta de
seguridad y planean un estado de control social a ultranza y de más represión,
están jugando a tener réditos justamente políticos en este año preelectoral y
no están muy interesados en la solución real del problema. Otra pata
fundamental en la producción de valores que aportan a la inclusión social y al
desarrollo de nuestra sociedad, es la educación pública, gratuita, laica y
obligatoria para todos, y garantizada por el Estado. Pero no queremos abarcar
aquí el tema en su totalidad para no extendernos demasiado, por lo tanto lo circunscribiremos
a nuestro contexto micro social suarense encarando los últimos acontecimientos
que llevaron a la suspensión del desfile de carnaval local, el pasado día 2 de
marzo de este año.
Todos los vecinos de Joaquín Suárez, sin mirar quien
organizaba el evento, se aprestaban a disfrutar de una noche de alegría, de
sana expansión y por qué no, de un hecho cultural popular como lo son los
desfiles de carnaval, con sus comparsas, escuelas de samba, etc. También
vecinos se aprestaban a hacerse de algún pesito mediante la venta de comidas al
paso en sus puestitos bien ordenados a la vera de la calle principal donde
desfilarían los artistas, incluido el debut de “La Joaquina”, primera comparsa
lubola local.
Entonces comienza a circular en las redes sociales una
“fake news”, que para mí es un rumor, tan bien definido por Ana Quiroga y
Enrique Pichón Rivêre como “…la comunicación masiva y difusa, centrada en la
información de que un hecho-de características no explicitadas- va a suceder.
Es un mensaje subliminal susceptible de ser realimentado e intercambiado”. El
rumor tiene un contenido manifiesto y otro latente.
Dicen los autores citados: “la transmisión en cadena
que caracteriza al rumor tiene como punto de partida un hecho real pero
distorsionado. Una situación de tensión, un clima de expectativa determinado
siempre por factores socioeconómicos, conducen a la modificación de la
percepción de un hecho y a su deformación. La información es transmitida
rápidamente, porque su índole subversiva despierta tal monto de ansiedad que
obliga a depositarla en otro”.
La información vertida en el rumor se infla a través
de sucesivos pasajes, porque la noticia
de alguna manera golpea en algún punto vulnerable de quien la recibe, lo
conmueve y se difunde en una velocidad proporcional a la universalidad de los
intereses que el rumor afecta. La desconfianza se instala y disminuye la
capacidad de discriminación entre lo verdadero y lo falso.
El rumor es un arma de la guerra psicológica. Su fin
último es fomentar el miedo, desalentar la participación en lo colectivo o
social, inquietar y deteriorar la autoimagen de una nación, de una sociedad o
de un sector de la misma. El uso del rumor se convierte así, en una técnica dentro del contexto de
comunicación de masas.
Ningún rumor es inocente, sino que es emergente de una
situación, lleva siempre su carga de intención y de sentido. Mientras que el
Chisme se mueve en un ámbito restringido de personas, el rumor en cambio tiene
carácter colectivo.
El sujeto que lanza un rumor, rearma la verdad que le
sirve de instrumento, pero no puede evitar rearmarla de acuerdo con un estilo
personal en el que vuelca sus fantasías y encubre sus deseos. Se debe tener en
cuenta también, en el receptor del rumor, una actitud particular frente a la
información que se define como una
“disposición a creer”, y así podemos decir que el rumor es una proposición
específica para creer, que pasa de persona a persona, de forma oral o a través
de las redes sociales con el desarrollo de las nuevas tecnologías de la
comunicación, sin medios probatorios que muestren su veracidad.
En nuestro caso específico, el rumor estuvo vinculado a los hechos del lunes 11 de
febrero de 2019, donde en un tiroteo con la policía muere un integrante de la
banda que asaltó la agencia de quinielas local. La información consistía en que
para el día 2 de marzo, fecha de la realización del desfile de carnaval en
Suárez, el hermano de la persona fallecida vendría fuertemente armado a tomar
venganza disparando contra los asistentes al evento y la policía.
Encontrando todos los elementos para surtir efecto,
quien disparó este rumor logró amargar la noche de cientos de vecinos que
esperaban disfrutar de una noche de esparcimiento, de los participantes de los
grupos que desfilaban, y malograr una oportunidad de ganarse unos pesos en
buena ley de muchos otros vecinos que lo necesitaban y se quedaron sin poder
vender sus productos.
Estas lamentables situaciones,- acicateadas por
fuerzas electorales contrapuestas a todo sentido humanista y popular, mareadas
por el deseo de acceso al poder y los cargos de gobierno-, deben ser
desenmascaradas, elaboradas y solucionadas más temprano que tarde, si no
queremos lamentar la pérdida de la libertad y los derechos, a cambio de la
falsa seguridad que brinda el totalitarismo fascistoide con sus brazos armados
la policía y las fuerzas armadas.
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