La crisis la
paga el pueblo.
A nadie escapa que estamos viviendo una de las peores
crisis económicas de la historia del capitalismo.
Profundizada por la pandemia del COVID19 que se
instala en el país a partir de marzo de 2020, en donde más de 100 mil
trabajadores son enviados al seguro de paro en menos de dos meses, las
actividades laborales quedan reducidas a su mínima expresión, miles de
trabajadores independientes o que realizan trabajos en negro, pequeños
empresarios, cuentapropistas, jubilados, changadores que suman cientos de miles
quedaron totalmente desprotegidos, y las ayudas planteadas por el gobierno de
Lacalle Pou, más que insuficientes son indignantes.
En este contexto donde unos 400 mil trabajadores ganan
alrededor de 20 mil pesos y ante un costo de la canasta familiar que ronda los
92 mil pesos, ayudas de 1200 pesos o créditos en dos cuotas de 12 mil pesos,
ante una brutal escalada inflacionaria en los precios de los alimentos parece
una burla. El acuerdo de precios con los especuladores en que supuestamente no
se incrementarían los precios de los alimentos por 90 días, resultó una burla
para la clase trabajadora.
Los intermediarios del Mercado Modelo expresan que las
frutas y verduras no entran en el acuerdo, que además el propio gobierno se
ocupó en aclarar que era un acuerdo voluntario por parte de los empresarios. O
sea que nunca existió ni existirá un control de precios de los productos
integrantes de la canasta alimentaria de nuestra población.
De esta forma, y favoreciendo la especulación de
quienes monopolizan la distribución de alimentos, (o sea los mercados
mayoristas), el desocupado, el trabajador precario, el obrero, el jubilado y
todo el resto de la clase trabajadora terminamos pagando 32 pesos el litro de
leche para nuestros hijos, no podemos comprar productos derivados de la leche
por sus altos costos, el morrón lo pagamos entre 90 y 150 pesos el kilo, la
papa a 60 pesos el kilo, el tomate a 90 pesos, 75 pesos el atado de remolacha,
45 el de acelga y 40 el de espinaca. El zapallo en nuestro país productor de
alimentos está por los 50 pesos el kilogramo y 40 el boniato. Las frutas como
las naranjas a 50 pesos, y las bananas entre 40 y 60 pesos y se pueden
encontrar mandarinas en oferta a 35 pesos el kilo. En los barrios proletarios
el pan tipo flauta cuesta 47 pesos la unidad y los embutidos pasaron a ser
productos inalcanzables para muchas familias.
Si a esto le sumamos el tarifazo sufrido en marzo en
los servicios de agua, energía eléctrica, y telecomunicaciones, podemos sacar
la conclusión de que este gobierno está empeñado en que la crisis la paguemos
los trabajadores, teniendo en cuenta además el hecho de que se niega
rotundamente a cobrarle impuestos a las multinacionales como UPM o Montes del
Plata, a los sojeros, a la oligarquía terrateniente y financiera o a las zonas
francas.
No hay duda de que luego de esta pandemia, los ricos
serán mucho más ricos y los pobres mucho más pobres.
Dentro de las plataformas reivindicativas de los
sindicatos, y como centro de la lucha del movimiento obrero y popular en
general, debe estar la lucha contra la carestía como uno de los ejes de la
resistencia contra esta avanzada de las clases dominantes en contra del pueblo
trabajador.
Por un paro
general de 24 horas del PIT-CNT ya, por trabajo y salario de media canasta
familiar, contra la ley de urgente consideración,
¡Arriba los que luchan!
Jorge Pérez.
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