Seguridad ciudadana.
La
desestructuración del yo en contextos de inseguridad.
Desde hace ya varios
meses, se vienen sucediendo hechos delictivos en Joaquín Suárez; robos,
rapiñas, arrebatos a comercios y a particulares, con una frecuencia a la que no
estábamos acostumbrados los vecinos de nuestra ciudad. Hace unos días en
Cassarino se produjo una balacera, en un intento de robo a la sucursal de una
financiera que está allí instalada entre los autores del fallido robo y el
guardia de seguridad del comercio. El último robo conocido, un almacén del
barrio “La Esperanza”.
La falta de respuesta
policial que alega falta de recursos humanos y materiales para atender a tan
vasta zona y el incremento de estos actos de infracción a la ley penal, en
muchos casos con uso de la violencia, han llevado a que los vecinos en forma
espontánea se hayan juntado para reclamar más seguridad, por la vía de una
mayor presencia policial.
En este sentido se
realizaron movilizaciones en Joaquín Suárez, luego de reuniones de vecinos para
tratar el tema y también salidas a la prensa manifestando sus temores debidos a su situación luego de haber sufrido estas
difíciles experiencias de verse enfrentados a personas que en actitud agresiva
o no, los despojan de los pocos bienes en algunos casos que llevan consigo.
Luego de estas
manifestaciones, la policía hizo presencia preventiva en horas del día por un
tiempo, pero a la noche y pasados varios días se vuelve a la inseguridad de
siempre.
Está claro para nosotros
que no es una solución permanente la presencia policial. Ya sea por la falta de
recursos que sea, en el sistema capitalista de país atrasado que vivimos, las
carencias que sufren muchos miles de uruguayos hacen que se sucedan hechos como
los que estamos viviendo, y aún con las cárceles superpobladas continúan y se
registran cada vez más hechos delictivos en todo el país, aunque el ministro
del Interior muestre que algunos delitos han bajado últimamente.
Tenemos que tener en
cuenta el aforismo del todólogo y opinólogo José Mujica, quien ha dado cátedra de
todo desde hace quince años o más pero no ha podido dar solución a nada a favor
del pueblo, en aquello que decía que la frazada es corta y el pueblo si se tapa
la cabeza, quedan al descubierto sus pies. Algo de eso hace el Ministerio del
Interior, en nuestro caso la policía de Canelones. Si cubren preventivamente un
área, quedan otras a la intemperie. En el caso de Joaquín Suárez, al haber
presencia de policía territorial en Barros Blancos y en Toledo, quedan Sauce y
Suárez descubiertos, por lo tanto, al acecho de quienes viven de estrategias de
sobrevivencia reñidas con las relaciones sociales de buena vecindad, ya que
viven excluidos del mercado laboral y productivo del país. Es posible también
que la actuación del PADO en zonas como Manga y Piedras Blancas surta el mismo
efecto para nosotros, pobres mortales de Joaquín Suárez.
Pero los vecinos
trabajadores de la zona sienten la inseguridad y se organizan, y eso está bien;
se movilizan y está bien; pero junto con estas medidas tienen que tener un
norte claro, evaluando correctamente sus intereses, que consecuencias tiene
cada petitorio que se hace, cada reclamo tiene una respuesta de parte del poder
que muchas veces no es la adecuada para salir de un problema tan profundo y
complicado como es el de la seguridad.
Sin querer repetir
slogans que se difunden por la prensa de gran porte, debemos reconocer que
existe una violencia instalada en la sociedad. Una violencia generada por
frustraciones constantes, carencias no resueltas a miles de uruguayos que ven
que gobernantes gastan fortunas del pueblo sin rendir cuentas a nadie, que
cualquier inversor extranjero hace lo que quiere y tiene todas las ventajas
impositivas y no aporta nada a la sociedad uruguaya, y los trabajadores son el
sostén del país a través del IRPF y el IVA. Un país que no invierte en esta
rendición de cuentas para tomar funcionarios donde se necesita, ni para mejorar
salarios ni los servicios de Salud, Vivienda y Educación, pero paga millones de
dólares al año por intereses de Deuda Externa. Estos temas deben estar en la
mesa de cualquier organización vecinal, sindical, estudiantil, etc., cuando
hablamos de seguridad ciudadana. Como vemos al gobierno de Tabaré Vázquez muy
similar al de Pacheco Areco, con decretos de esencialidad ante las luchas de
los trabajadores por el presupuesto y el 6% para la educación, mucho nos
tememos que el pedido de más represión en lugar de pedir las mejoras en calidad
de vida que el pueblo necesita, termine más temprano que tarde en una represión
generalizada y con el brazo armado de la oligarquía y el imperialismo
constantemente en las calles reprimiendo al pueblo que lucha y no al delito.
Sin ir muy lejos, en
estas últimas movilizaciones, los estudiantes de secundaria denunciaron a un
infiltrado de Inteligencia en una movilización que se realizara por el 6% para
la educación hasta el Palacio Legislativo. Presenciamos un incidente similar en
una marcha de la Coordinadora de la Enseñanza hacia la casa de gobierno y no
debemos olvidar hechos pasados anteriormente con el procesamiento de un joven
por quemar una bandera yanky de papel, al que se le imputó el delito de
sedición.
Entonces reflexionando en
voz alta: ¿mayor cantidad de policías nos da mayor seguridad? Mayor cantidad de
elementos que sirven para la represión aseguran la seguridad de los poderosos
porque tienen un mayor control de la sociedad, pero terminan construyendo una
sociedad más insegura para los de abajo. La seguridad ciudadana pasa por otros
carriles y no son de solución inmediata, pero hay que empezar a andar por ese
camino, que pasa por proyectos educativos inclusivos, definir que la educación,
la vivienda digna y la salud no son un negocio sino un derecho de todos los
ciudadanos de un país, así como el derecho al trabajo y al salario digno.
Estamos en un país que va
a la deriva en un contexto de crisis, no solamente en lo económico, área en la
cual, aunque los números repuntan respecto al crecimiento por un lado, se usará
ese dinero para bajar el déficit fiscal en un punto por lo menos y no en
inversión social. Mientras por otro, los rubros que marcan crecimiento son los
que menos mano de obra dan en la producción. La industria manufacturera sufre
el cierre de plantas permanentemente, en la pesca, la química, los gráficos, la
industria láctea y ni que hablar del cierre de establecimientos agropecuarios
de pequeños y medianos productores. El mismo gobierno reconoce la pérdida de 40
mil puestos de trabajo en la industria manufacturera y lo adjudica a los
cambios tecnológicos. ¿Y la plusvalía de los inversores? de eso no se habla, ni
de la reducción del horario de trabajo para evitar la desocupación generando
otro turno en las empresas.
La generación de sectores
de la población que quedan marginados del aparato productivo, en un proceso al
que ya hemos llegado a su punto de inflexión, generó este contexto crítico de
inseguridad que sentimos hoy, y que antes que nosotros lo sintieron aquellos
que caen en la comisión de delitos, robos, rapiñas, etc.
La inestabilidad y
carencia material, genera inestabilidad emocional y la inestabilidad emocional,
violencia, obturación en el sujeto de la capacidad de ponerse en el lugar del
otro, cosas que no se corrigen con represión ya que esos sujetos tienen un
aprendizaje vital marcado por episodios de violencia, maltrato y marginación y
así se relacionan luego con el mundo. No hagamos que el miedo atraviese nuestra
sociedad, porque estaremos generando más violencia, aun creyendo que luchamos
contra ese flagelo. Está correcto buscar caminos de acción colectiva cuando
vemos un Estado ausente ante los problemas de la población; el tema es si
estamos andando por el camino que debemos andar y me refiero si en nuestras
acciones estamos logrando los objetivos buscados o no.
Un país que no invierte
en educación y salud, que pasa gobierno tras gobierno emparchando los agujeros
de una frazada que a la vez es cada año más corta, está hipotecando su futuro.
Cada vez más niños nacen en barrios de contexto crítico, o viven en situación
de calle en compañía o no de adultos, y se ensancha la brecha entre los más
ricos y los más pobres, a la vez que la mal llamada clase media se va
empobreciendo cada vez más. Hay crecimiento sin desarrollo, lo que genera también
violencia social e inseguridad ciudadana. El crecimiento sin desarrollo
significa que los números de la macroeconomía van dando bien, pero eso no se
refleja en el bienestar de su ´pueblo debido a una concentración de la riqueza
en pocas manos, conjuntamente con desocupación, magros salarios y marginación
de los sistemas de salud, vivienda, educación y todo organismo de sostén para
la mayoría de la población por falta de inversión y planes eficaces de
inclusión laboral y social.
Por otro lado, no saldremos
de esta situación en soledad. Apostar al quehacer colectivo es una impronta que
debe asumir el campo popular. Nuestra comunidad Suarense o suareña como decimos
los vecinos, tenemos experiencia del quehacer colectivo desde hace muchísimos
años, aprendimos de nuestros aciertos y nuestros errores, pero hay actividades
encaradas con mucho compromiso, que aportan a la seguridad. El Club de Baby
Fútbol “La vía”, y su oponente deportivo “Joaquín Suárez”, las actividades de
la Plaza de Deportes, las experiencias de Radio Comunitaria, el Club de
Abuelos, etc.
Propositivamente,
apostamos a apoyar acciones que apunten a la inclusión. Nos parece importante
la dedicación del profesor Hugo López en referencia a las actividades en la
plaza de deportes de nuestra ciudad. Además de la inclusión, tiene como punto a
favor la posibilidad de la educación en valores en edades tempranas, como la
solidaridad, la cooperación, el aprendizaje y el autoconocimiento de
potencialidades en niños y jóvenes de nuestra sociedad, así como el
fortalecimiento de subjetividades y la autoestima.
Lo negativo de estas
actividades: que Hugo esté solo en la empresa, y nadie recoja esa experiencia
para continuarla y desarrollarla.
Lo mismo sucede con la
95.1 Suárez F.M., que, desde hace algún tiempo, tiene obstáculos de integración
ciertamente por carencia de local, pero está cumpliendo con su tarea específica
de difusión de acontecimientos, opiniones, ideologías, entretenimiento e
información, y sus micrófonos están abiertos a todos como siempre, aunque no
estemos en condiciones de brindar espacio físico en vivo por cuestiones
locativas.
Sin pretender adjudicar
intencionalidades, reconociendo nuestros errores y los aciertos también,
respetando las personas y reconociendo las diferencias es que se construye lo
colectivo, principal fuente de seguridad individual y colectiva en nuestra
sociedad.
Desde una perspectiva que
el hombre es también una construcción social, que el yo es el sujeto y su
contexto, debemos aceptar la diversidad como una realidad concreta y desde allí
encarar las actividades sociales y la conformación de colectivos. Si no
aceptamos esa diversidad, los grupos quedan empobrecidos, encerrados en una
concepción de pensamiento único muy alejado de la realidad que nos muestra una
amplia diversidad, tanto en lo ideológico, como en los saberes de los sujetos
devenidos de un aprendizaje formal o vital.
La unidad de pensamiento
y acción debe nacer del acuerdo entre sujetos, y no debe implicar la anulación
de la subjetividad para conformar colectivos de hombres libres, incluso en lo
político partidario. Dialécticamente debemos construir lo colectivo haciendo la
síntesis de la lucha de contrarios que necesariamente se darán en cada
instancia de encuentro. La presentación de una idea como tesis, la de otra como
antítesis, y la conclusión de la discusión en un acuerdo como síntesis, que
servirá de insumo para la acción. Y cada encuentro debe ser una puesta al día
del cambio de contexto, generado por la dinámica del quehacer social. La
confrontación de lo actuado con la realidad nos llevará una nueva síntesis
que es nada más ni nada menos que la
corrección de nuestros errores.
Aún el desacuerdo, tiene
incluido el acuerdo si lo vemos dialécticamente: el acuerdo que estamos en
desacuerdo. Esto es no llevar las contradicciones en el seno del pueblo al
nivel de antagonismo que debe darse solamente en la lucha de clases por la toma
del poder. Porque el antagonismo lleva a la eliminación de uno de los polos de
la contradicción, por lo tanto, las contradicciones en el seno de las
organizaciones populares deben tratarse como no antagónicas, si queremos
preservar y desarrollar el colectivo.
De nuestras experiencias
vitales hemos aprendido que debemos acompañar a las masas en sus procesos de
acción, llevando nuestros aprendizajes a los colectivos, y mamando de las
experiencias de los otros sus propios aprendizajes para ir sumando y
enriqueciendo las experiencias de lucha del pueblo en defensa de sus intereses
y necesidades. Claro que todos al llegar a un grupo, a una organización o al
simple encuentro con el otro, ya tenemos nuestra mochila cargada con nuestra
ideología, nuestros aprendizajes, nuestra visión del mundo que compartimos y
pretendemos transformar. Pero de ese encuentro debemos salir enriquecidos, con
nuevas experiencias, nuevos aprendizajes, para que el quehacer colectivo sirva
al proceso transformador que pretendemos. Esto es concebir al hombre como
sujeto de cambio, protagonista de la historia a la vez que posible de
transformar a través de esas experiencias colectivas de aprendizaje continuo.
Claro que nosotros
hablamos del que hacer colectivo en el seno del pueblo, reconociendo que
vivimos en una sociedad dividida en clases, que hay explotadores y explotados y
que creemos en la construcción de un frente único anti oligárquico y anti imperialista
y que estamos en esa construcción.
Pero volviendo al tema de
la seguridad ciudadana nuestra reflexión está dirigida a una lucha ideológica
en el seno del pueblo, que apunta a dirimir una contradicción que, sin ser
antagónica es fundamental en este problema. La lucha entre la exclusión o
inclusión del sujeto que en apariencia es el protagonista, principal causante
de nuestro sentimiento de inseguridad: quien vive en extrema pobreza, el joven,
el “plancha”, el consumidor de drogas, la boca de venta de sustancias
psicoactivas, el posible infractor a la ley penal. Si excluimos este segmento
en la discusión, no comprenderemos las causas que generan el problema, ni
llegaremos a tener un mejor acercamiento a la realidad que nos da ese
sentimiento de inseguridad.
Primer punto que queremos
exponer: las carencias materiales y afectivas generan en los sujetos, un
sentimiento de estar en riesgo permanente que a la vez los hace desconfiar del
otro, se siente vulnerable y por lo tanto violento.
Segundo punto: la
expulsión o el no reconocimiento de su subjetividad por el entorno en que se
desarrolla su individualidad también genera inseguridad en el sujeto,
sentimiento de marginación de las instituciones y vulnerabilidad, y busca entre
sus pares agruparse para fortalecer su yo, y seguramente con valores que no son
los socialmente aceptados. Esto genera dificultades serias para su inclusión en
el mercado laboral, o en las instituciones educativas.
Tercer punto: la carencia
de familia continente a edades tempranas, así como de vivienda que sirva como
lugar de protección y al que den ganas de volver en las noches, genera una
serie de sujetos en situación de calle casi permanente o permanente y quien no
tiene nada para perder, aunque sea una miseria tiene solo cosas que ganar. Lo
único que tiene para perder es su libertad ambulatoria, que además lo pone en
riesgo, por lo que lo transforma en un individuo más temerario en sus acciones
y con una mínima empatía. Otro condimento para la generación de violencia.
Cuarto punto: la carencia
en la puesta de límites en edades tempranas dificulta su inclusión social y
laboral. Esto debe tener como principal actor al mundo adulto, desde el
contexto familiar, hasta las instituciones educativas y las organizaciones
populares.
Quinto punto: Las
instituciones creadas por el Estado y las ONGs que trabajan con la niñez y la
adolescencia en situación de riesgo social en nuestro país, no están cumpliendo
con el rol socialmente adjudicado, debido a carencia de recursos materiales, y
recursos humanos profesionalmente formados, que puedan hacer una intervención
acertada en la problemática de la niñez y la adolescencia en situación de
riesgo social.
Sexto punto: la represión
concretada tanto por los organismos policiales, como por ciudadanos o
instituciones que se arrogan esa función, la falta de alimentación y el
señalamiento social como “posibles sujetos peligrosos” no conduce más que a la
reafirmación del sujeto en su marginación y en su comportamiento disocial.
Tal vez necesitemos
promover un encuentro que sirva de reflexión conjunta para iniciar un camino de
integración de nuestra sociedad “Suareña”, sin mirar al otro según su ropaje, o
su historia de vida o si va a pie o en auto o si nos agrada su lenguaje y
muchos otros prejuicios que obturan la integración y la articulación de una red
social sana. Pensemos que no podremos mejorar el relacionamiento social,
partiendo de la descalificación del otro; simplemente eso.
Jorge Pérez.
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