domingo, 5 de noviembre de 2017



Seguridad ciudadana.
La desestructuración del yo en contextos de inseguridad.
Desde hace ya varios meses, se vienen sucediendo hechos delictivos en Joaquín Suárez; robos, rapiñas, arrebatos a comercios y a particulares, con una frecuencia a la que no estábamos acostumbrados los vecinos de nuestra ciudad. Hace unos días en Cassarino se produjo una balacera, en un intento de robo a la sucursal de una financiera que está allí instalada entre los autores del fallido robo y el guardia de seguridad del comercio. El último robo conocido, un almacén del barrio “La Esperanza”.
La falta de respuesta policial que alega falta de recursos humanos y materiales para atender a tan vasta zona y el incremento de estos actos de infracción a la ley penal, en muchos casos con uso de la violencia, han llevado a que los vecinos en forma espontánea se hayan juntado para reclamar más seguridad, por la vía de una mayor presencia policial.
En este sentido se realizaron movilizaciones en Joaquín Suárez, luego de reuniones de vecinos para tratar el tema y también salidas a la prensa manifestando sus temores debidos  a su situación luego de haber sufrido estas difíciles experiencias de verse enfrentados a personas que en actitud agresiva o no, los despojan de los pocos bienes en algunos casos que llevan consigo.
Luego de estas manifestaciones, la policía hizo presencia preventiva en horas del día por un tiempo, pero a la noche y pasados varios días se vuelve a la inseguridad de siempre.
Está claro para nosotros que no es una solución permanente la presencia policial. Ya sea por la falta de recursos que sea, en el sistema capitalista de país atrasado que vivimos, las carencias que sufren muchos miles de uruguayos hacen que se sucedan hechos como los que estamos viviendo, y aún con las cárceles superpobladas continúan y se registran cada vez más hechos delictivos en todo el país, aunque el ministro del Interior muestre que algunos delitos han bajado últimamente.
Tenemos que tener en cuenta el aforismo del todólogo y opinólogo José Mujica, quien ha dado cátedra de todo desde hace quince años o más pero no ha podido dar solución a nada a favor del pueblo, en aquello que decía que la frazada es corta y el pueblo si se tapa la cabeza, quedan al descubierto sus pies. Algo de eso hace el Ministerio del Interior, en nuestro caso la policía de Canelones. Si cubren preventivamente un área, quedan otras a la intemperie. En el caso de Joaquín Suárez, al haber presencia de policía territorial en Barros Blancos y en Toledo, quedan Sauce y Suárez descubiertos, por lo tanto, al acecho de quienes viven de estrategias de sobrevivencia reñidas con las relaciones sociales de buena vecindad, ya que viven excluidos del mercado laboral y productivo del país. Es posible también que la actuación del PADO en zonas como Manga y Piedras Blancas surta el mismo efecto para nosotros, pobres mortales de Joaquín Suárez.
Pero los vecinos trabajadores de la zona sienten la inseguridad y se organizan, y eso está bien; se movilizan y está bien; pero junto con estas medidas tienen que tener un norte claro, evaluando correctamente sus intereses, que consecuencias tiene cada petitorio que se hace, cada reclamo tiene una respuesta de parte del poder que muchas veces no es la adecuada para salir de un problema tan profundo y complicado como es el de la seguridad.
Sin querer repetir slogans que se difunden por la prensa de gran porte, debemos reconocer que existe una violencia instalada en la sociedad. Una violencia generada por frustraciones constantes, carencias no resueltas a miles de uruguayos que ven que gobernantes gastan fortunas del pueblo sin rendir cuentas a nadie, que cualquier inversor extranjero hace lo que quiere y tiene todas las ventajas impositivas y no aporta nada a la sociedad uruguaya, y los trabajadores son el sostén del país a través del IRPF y el IVA. Un país que no invierte en esta rendición de cuentas para tomar funcionarios donde se necesita, ni para mejorar salarios ni los servicios de Salud, Vivienda y Educación, pero paga millones de dólares al año por intereses de Deuda Externa. Estos temas deben estar en la mesa de cualquier organización vecinal, sindical, estudiantil, etc., cuando hablamos de seguridad ciudadana. Como vemos al gobierno de Tabaré Vázquez muy similar al de Pacheco Areco, con decretos de esencialidad ante las luchas de los trabajadores por el presupuesto y el 6% para la educación, mucho nos tememos que el pedido de más represión en lugar de pedir las mejoras en calidad de vida que el pueblo necesita, termine más temprano que tarde en una represión generalizada y con el brazo armado de la oligarquía y el imperialismo constantemente en las calles reprimiendo al pueblo que lucha y no al delito.
Sin ir muy lejos, en estas últimas movilizaciones, los estudiantes de secundaria denunciaron a un infiltrado de Inteligencia en una movilización que se realizara por el 6% para la educación hasta el Palacio Legislativo. Presenciamos un incidente similar en una marcha de la Coordinadora de la Enseñanza hacia la casa de gobierno y no debemos olvidar hechos pasados anteriormente con el procesamiento de un joven por quemar una bandera yanky de papel, al que se le imputó el delito de sedición.
Entonces reflexionando en voz alta: ¿mayor cantidad de policías nos da mayor seguridad? Mayor cantidad de elementos que sirven para la represión aseguran la seguridad de los poderosos porque tienen un mayor control de la sociedad, pero terminan construyendo una sociedad más insegura para los de abajo. La seguridad ciudadana pasa por otros carriles y no son de solución inmediata, pero hay que empezar a andar por ese camino, que pasa por proyectos educativos inclusivos, definir que la educación, la vivienda digna y la salud no son un negocio sino un derecho de todos los ciudadanos de un país, así como el derecho al trabajo y al salario digno.
Estamos en un país que va a la deriva en un contexto de crisis, no solamente en lo económico, área en la cual, aunque los números repuntan respecto al crecimiento por un lado, se usará ese dinero para bajar el déficit fiscal en un punto por lo menos y no en inversión social. Mientras por otro, los rubros que marcan crecimiento son los que menos mano de obra dan en la producción. La industria manufacturera sufre el cierre de plantas permanentemente, en la pesca, la química, los gráficos, la industria láctea y ni que hablar del cierre de establecimientos agropecuarios de pequeños y medianos productores. El mismo gobierno reconoce la pérdida de 40 mil puestos de trabajo en la industria manufacturera y lo adjudica a los cambios tecnológicos. ¿Y la plusvalía de los inversores? de eso no se habla, ni de la reducción del horario de trabajo para evitar la desocupación generando otro turno en las empresas.
La generación de sectores de la población que quedan marginados del aparato productivo, en un proceso al que ya hemos llegado a su punto de inflexión, generó este contexto crítico de inseguridad que sentimos hoy, y que antes que nosotros lo sintieron aquellos que caen en la comisión de delitos, robos, rapiñas, etc.
La inestabilidad y carencia material, genera inestabilidad emocional y la inestabilidad emocional, violencia, obturación en el sujeto de la capacidad de ponerse en el lugar del otro, cosas que no se corrigen con represión ya que esos sujetos tienen un aprendizaje vital marcado por episodios de violencia, maltrato y marginación y así se relacionan luego con el mundo. No hagamos que el miedo atraviese nuestra sociedad, porque estaremos generando más violencia, aun creyendo que luchamos contra ese flagelo. Está correcto buscar caminos de acción colectiva cuando vemos un Estado ausente ante los problemas de la población; el tema es si estamos andando por el camino que debemos andar y me refiero si en nuestras acciones estamos logrando los objetivos buscados o no.
Un país que no invierte en educación y salud, que pasa gobierno tras gobierno emparchando los agujeros de una frazada que a la vez es cada año más corta, está hipotecando su futuro. Cada vez más niños nacen en barrios de contexto crítico, o viven en situación de calle en compañía o no de adultos, y se ensancha la brecha entre los más ricos y los más pobres, a la vez que la mal llamada clase media se va empobreciendo cada vez más. Hay crecimiento sin desarrollo, lo que genera también violencia social e inseguridad ciudadana. El crecimiento sin desarrollo significa que los números de la macroeconomía van dando bien, pero eso no se refleja en el bienestar de su ´pueblo debido a una concentración de la riqueza en pocas manos, conjuntamente con desocupación, magros salarios y marginación de los sistemas de salud, vivienda, educación y todo organismo de sostén para la mayoría de la población por falta de inversión y planes eficaces de inclusión laboral y social.
Por otro lado, no saldremos de esta situación en soledad. Apostar al quehacer colectivo es una impronta que debe asumir el campo popular. Nuestra comunidad Suarense o suareña como decimos los vecinos, tenemos experiencia del quehacer colectivo desde hace muchísimos años, aprendimos de nuestros aciertos y nuestros errores, pero hay actividades encaradas con mucho compromiso, que aportan a la seguridad. El Club de Baby Fútbol “La vía”, y su oponente deportivo “Joaquín Suárez”, las actividades de la Plaza de Deportes, las experiencias de Radio Comunitaria, el Club de Abuelos, etc.
Propositivamente, apostamos a apoyar acciones que apunten a la inclusión. Nos parece importante la dedicación del profesor Hugo López en referencia a las actividades en la plaza de deportes de nuestra ciudad. Además de la inclusión, tiene como punto a favor la posibilidad de la educación en valores en edades tempranas, como la solidaridad, la cooperación, el aprendizaje y el autoconocimiento de potencialidades en niños y jóvenes de nuestra sociedad, así como el fortalecimiento de subjetividades y la autoestima.
Lo negativo de estas actividades: que Hugo esté solo en la empresa, y nadie recoja esa experiencia para continuarla y desarrollarla.
Lo mismo sucede con la 95.1 Suárez F.M., que, desde hace algún tiempo, tiene obstáculos de integración ciertamente por carencia de local, pero está cumpliendo con su tarea específica de difusión de acontecimientos, opiniones, ideologías, entretenimiento e información, y sus micrófonos están abiertos a todos como siempre, aunque no estemos en condiciones de brindar espacio físico en vivo por cuestiones locativas.
Sin pretender adjudicar intencionalidades, reconociendo nuestros errores y los aciertos también, respetando las personas y reconociendo las diferencias es que se construye lo colectivo, principal fuente de seguridad individual y colectiva en nuestra sociedad.
Desde una perspectiva que el hombre es también una construcción social, que el yo es el sujeto y su contexto, debemos aceptar la diversidad como una realidad concreta y desde allí encarar las actividades sociales y la conformación de colectivos. Si no aceptamos esa diversidad, los grupos quedan empobrecidos, encerrados en una concepción de pensamiento único muy alejado de la realidad que nos muestra una amplia diversidad, tanto en lo ideológico, como en los saberes de los sujetos devenidos de un aprendizaje formal o vital.
La unidad de pensamiento y acción debe nacer del acuerdo entre sujetos, y no debe implicar la anulación de la subjetividad para conformar colectivos de hombres libres, incluso en lo político partidario. Dialécticamente debemos construir lo colectivo haciendo la síntesis de la lucha de contrarios que necesariamente se darán en cada instancia de encuentro. La presentación de una idea como tesis, la de otra como antítesis, y la conclusión de la discusión en un acuerdo como síntesis, que servirá de insumo para la acción. Y cada encuentro debe ser una puesta al día del cambio de contexto, generado por la dinámica del quehacer social. La confrontación de lo actuado con la realidad nos llevará una nueva síntesis que  es nada más ni nada menos que la corrección de nuestros errores.
Aún el desacuerdo, tiene incluido el acuerdo si lo vemos dialécticamente: el acuerdo que estamos en desacuerdo. Esto es no llevar las contradicciones en el seno del pueblo al nivel de antagonismo que debe darse solamente en la lucha de clases por la toma del poder. Porque el antagonismo lleva a la eliminación de uno de los polos de la contradicción, por lo tanto, las contradicciones en el seno de las organizaciones populares deben tratarse como no antagónicas, si queremos preservar y desarrollar el colectivo.
De nuestras experiencias vitales hemos aprendido que debemos acompañar a las masas en sus procesos de acción, llevando nuestros aprendizajes a los colectivos, y mamando de las experiencias de los otros sus propios aprendizajes para ir sumando y enriqueciendo las experiencias de lucha del pueblo en defensa de sus intereses y necesidades. Claro que todos al llegar a un grupo, a una organización o al simple encuentro con el otro, ya tenemos nuestra mochila cargada con nuestra ideología, nuestros aprendizajes, nuestra visión del mundo que compartimos y pretendemos transformar. Pero de ese encuentro debemos salir enriquecidos, con nuevas experiencias, nuevos aprendizajes, para que el quehacer colectivo sirva al proceso transformador que pretendemos. Esto es concebir al hombre como sujeto de cambio, protagonista de la historia a la vez que posible de transformar a través de esas experiencias colectivas de aprendizaje continuo.
Claro que nosotros hablamos del que hacer colectivo en el seno del pueblo, reconociendo que vivimos en una sociedad dividida en clases, que hay explotadores y explotados y que creemos en la construcción de un frente único anti oligárquico y anti imperialista y que estamos en esa construcción.
Pero volviendo al tema de la seguridad ciudadana nuestra reflexión está dirigida a una lucha ideológica en el seno del pueblo, que apunta a dirimir una contradicción que, sin ser antagónica es fundamental en este problema. La lucha entre la exclusión o inclusión del sujeto que en apariencia es el protagonista, principal causante de nuestro sentimiento de inseguridad: quien vive en extrema pobreza, el joven, el “plancha”, el consumidor de drogas, la boca de venta de sustancias psicoactivas, el posible infractor a la ley penal. Si excluimos este segmento en la discusión, no comprenderemos las causas que generan el problema, ni llegaremos a tener un mejor acercamiento a la realidad que nos da ese sentimiento de inseguridad.
Primer punto que queremos exponer: las carencias materiales y afectivas generan en los sujetos, un sentimiento de estar en riesgo permanente que a la vez los hace desconfiar del otro, se siente vulnerable y por lo tanto violento.
Segundo punto: la expulsión o el no reconocimiento de su subjetividad por el entorno en que se desarrolla su individualidad también genera inseguridad en el sujeto, sentimiento de marginación de las instituciones y vulnerabilidad, y busca entre sus pares agruparse para fortalecer su yo, y seguramente con valores que no son los socialmente aceptados. Esto genera dificultades serias para su inclusión en el mercado laboral, o en las instituciones educativas.



Tercer punto: la carencia de familia continente a edades tempranas, así como de vivienda que sirva como lugar de protección y al que den ganas de volver en las noches, genera una serie de sujetos en situación de calle casi permanente o permanente y quien no tiene nada para perder, aunque sea una miseria tiene solo cosas que ganar. Lo único que tiene para perder es su libertad ambulatoria, que además lo pone en riesgo, por lo que lo transforma en un individuo más temerario en sus acciones y con una mínima empatía. Otro condimento para la generación de violencia.
Cuarto punto: la carencia en la puesta de límites en edades tempranas dificulta su inclusión social y laboral. Esto debe tener como principal actor al mundo adulto, desde el contexto familiar, hasta las instituciones educativas y las organizaciones populares.
Quinto punto: Las instituciones creadas por el Estado y las ONGs que trabajan con la niñez y la adolescencia en situación de riesgo social en nuestro país, no están cumpliendo con el rol socialmente adjudicado, debido a carencia de recursos materiales, y recursos humanos profesionalmente formados, que puedan hacer una intervención acertada en la problemática de la niñez y la adolescencia en situación de riesgo social.
Sexto punto: la represión concretada tanto por los organismos policiales, como por ciudadanos o instituciones que se arrogan esa función, la falta de alimentación y el señalamiento social como “posibles sujetos peligrosos” no conduce más que a la reafirmación del sujeto en su marginación y en su comportamiento disocial.
Tal vez necesitemos promover un encuentro que sirva de reflexión conjunta para iniciar un camino de integración de nuestra sociedad “Suareña”, sin mirar al otro según su ropaje, o su historia de vida o si va a pie o en auto o si nos agrada su lenguaje y muchos otros prejuicios que obturan la integración y la articulación de una red social sana. Pensemos que no podremos mejorar el relacionamiento social, partiendo de la descalificación del otro; simplemente eso.
                                                                
                                                           Jorge Pérez.
                                                                                                           

No hay comentarios:

Publicar un comentario